lunes, 16 de mayo de 2011


Kikapúes

Los kikapúes se llaman a sí mismos kikaapoa, que significa "los que andan por la tierra". Algunos autores lo derivan de ki wika pa wa: "el que está alrededor" o "el que se mueve, aquí o allá".

Los kikapúes viven en el lugar conocido como El Nacimiento de los Kikapúes, ubicado en el municipio de Melchor Múzquiz, Coahuila. Este municipio colinda al norte con el municipio de Acuña; al sur con Buenaventura y Progreso; al oriente con Zaragoza, San Juan Sabinas y Sabinas, y al occidente con Ocampo.

A tres horas de Saltillo, si se viaja en automóvil, y a 130 km aproximadamente de la frontera con Estados Unidos, se localiza la zona llamada El Nacimiento, en el valle de Santa Rosa, formando parte de la cuenca hidrográfica del río Sabinas. En estos terrenos de unas 7 mil hectáreas, los indios kikapúes han luchado celosamente por preservar sus antiguas tradiciones y costumbres durante más de un siglo, con la determinación de mantener su identidad a toda costa.

La lengua kikapú pertenece a la familia algonkiniana, originaria de las tribus que habitan en el actual territorio de Estados Unidos, y la hablan todos los miembros de esta comunidad. Dicha lengua es de uso exclusivo para comunicarse entre ellos y consideran que no pueden dejar de hablarla porque Kitzihaiata (Dios) se las enseñó. La mayoría de ellos conoce el español y el inglés; no obstante, el español que hablan es deficiente ya que ninguno de ellos ha recibido instrucción.

Se abastecen del agua de los nacimientos del río Sabinas; para el consumo humano la acarrean directamente de ahí, en tanto que para el uso doméstico y para riego es transportada por un canal que corre a lo largo de la colonia en sus dos partes.
También utilizan gas licuado, el cual es transportado en vehículos particulares desde la cabecera municipal o desde Nueva Rosita y Palau. Varias familias kikapúes obtienen la energía eléctrica de plantas de gasolina; ésta se utiliza para el funcionamiento de los televisores y la iluminación de viviendas. Asimismo, utilizan lámparas de gas. Para obtener servicio telefónico, telégrafo o correo, se trasladan a Múzquiz o directamente a Eagle Pass en Estados Unidos de Norteamérica.
En El Nacimiento no existe ningún tipo de instalación sanitaria, pero reciben atención de profesionales médicos en la cabecera municipal. La leña es el principal combustible; por tradición, en cada casa de invierno o de verano el fuego sagrado, símbolo de Dios o Kitzahiata, debe conservarse durante todo el año.
Al disminuir la fauna de la región se vieron obligados a desarrollar actividades agrícolas; es decir, a cultivar pequeñas parcelas con maíz, frijol y calabaza.
Sus ingresos se complementan con el trueque de pieles por alimentos; con el comercio de trigo, avena, maíz, frijol y calabazas, cuando las lluvias han sido abundantes y permiten la irrigación; la venta de chile piquín que las mujeres y los niños cosechan durante el otoño, o bien con el comercio de artesanías. De esta manera, la economía de los kikapúes es superior a la de muchos grupos indígenas nacionales.

La ganadería de bovinos es ahora fuente de ingreso importante para ellos. Las artesanías proporcionan algunos ingresos extras. La mayoría de los kikapúes que hablan inglés y español viajan a los Estados Unidos como trabajadores migratorios. Pasan medio año en el país del Norte, siendo esto la base de su economía.
Nadie puede comer en el lado oeste de la casa, ya que ese lugar está destinado a los espíritus. Tampoco está permitido cepillarse el cabello, cortarse las uñas o rasurarse dentro de la casa. Está prohibido brincar encima del fuego, pues existe la creencia de que las mujeres pueden sangrar hasta morir en su próxima menstruación. No se pueden realizar trabajos de madera y plata dentro de la casa, en particular los que pertenecen a juegos ceremoniales.
Su organización política gira en torno a un jefe o capitán, que asume a la vez el puesto de sumo sacerdote; esto significa que tiene poder civil y religioso. Entre las funciones que desempeña están las de dirigir las ceremonias, efectuar bautizos, vigilar el mantenimiento de las costumbres, intervenir en los problemas que se suscitan dentro de la comunidad y representarla ante las autoridades gubernamentales.

El capitán debe ser una persona de edad y experiencia, con amplio conocimiento de las prácticas religiosas y de una conducta irreprochable. En sus labores es auxiliado por cuatro consejeros, los cuales deben poseer las mismas características que él.


También figura un comisario ejidal, encargado de intervenir en los asuntos relativos a la tenencia de la tierra. Los crímenes mayores como asesinato y robo los maneja la autoridad de Múzquiz.


Tarahumara


Tarahumara también es como se conoce en castellano a la lengua de este pueblo


La denominación "tarahumara" es la castellanización de la citada palabra rarámuri, que debe pronunciarse con una r suave al principio, inexistente en castellano. Cuando el jesuita español Juan Fonte redactó su informe anual en 1605 tras fundar Balleza para los tepehuanes, optó por escribir 'tarahumares' (al describir sus ataques contra los tepehuanes) en vez de 'rarahumares' (una versión rarámuri local), ya que en este último caso se deformaría la pronunciación original, sin r fuerte. Según el historiador Luis Alberto González Rodríguez, rarámuri etimológicamente significa "planta corredora" y en un sentido más amplio quiere decir 'los de los pies ligeros', haciendo alusión a la más antigua tradición de ellos: correr.


Demografía

Los tarahumaras ocupan una cuarta parte del territorio en el suroeste del estado de Chihuahua (65 mil km²) en una de las partes más altas de la Sierra Madre Occidental, conocida también como Sierra Tarahumara, la cual alcanza entre los 1,500 y 2,400 m sobre el nivel del mar.


Dentro de los cuatro grupos de indígenas que están asentados en la sierra, los tarahumaras suman alrededor de 50,000. El 90% de la población rarámuri se concentra principalmente en los municipios de Bocoyna, Urique, Guachochi, Batopilas, Carichí, Balleza, Guadalupe, Calvo y Nonoava.


Historia
Es posible que los antepasados de los indígenas tarahumaras hayan llegado de Asia, atravesando el estrecho de Bering, hace aproximadamente unos veinte mil años, pero los vestigios humanos más antiguos que se han encontrado en la sierra son las famosas puntas clovis (armas típicas de los cazadores de la megafauna del Pleistoceno) con una antigüedad de casi 15,000 años, lo que nos permite datar la presencia de los primeros pobladores de la Sierra Tarahumara.

La economía de los primeros grupos étnicos tarahumaras se basaba en la agricultura, la caza y la recolección. Cultivaban maíz, calabaza, chile y algodón. Cada grupo tenía su dialecto de la lengua tarahumara y sus gobernantes, quienes se encargaban de proteger el territorio contra las etnias vecinas y garantizar el orden interno de la tribu.

Eran belicosos y politeístas. Creían en la vida después de la muerte y en la existencia de seres benévolos y malévolos. Entre los benévolos consideraban al sol, la luna, el médico, las serpientes y las piedras, que provocaban las lluvias y controlaban los animales que cazaban. Entre los malévolos estaban los señores del inframundo que causaban la muerte y los desastres naturales. Sus rituales comunales eran parte esencial de su cultura. Adoraban el sol y la luna, celebraban victorias bélicas, la caza de animales y la cosecha agrícola.

No fue hasta 1606 cuando los misioneros jesuitas tuvieron el primer contacto con los indígenas de la sierra. Según las referencias históricas de la época colonial, la conquista y la evangelización inició con los “chínipas”, muy relacionados con los guarijíos, etnia considerada como la más fiera de la región en esos tiempos. Cuando llegaron permanentemente los religiosos a su pueblo en 1632, su presencia provocó un levantamiento entre los pueblos indígenas, quienes estaban descontentos con la labor evangelizadora. Esta protesta la comandó el jefe “Combameai”. La primera revuelta terminó con la muerte de dos religiosos, lo que originó una fuerte represión por parte del gobierno de la Nueva España. Fue entonces cuando muchos guarijíos huyeron y se internaron en las barrancas de lo que hoy es el estado de Chihuahua.

Encima de eso, fue en los siglos XVII y XVIII cuando diversos grupos de agricultores y comerciantes novohispanos invadieron esta región despojando de gran parte de la tierra a los indígenas, intercambiándoselas por productos como jabón, sal, mantas y otras baratijas; algunos indígenas fueron obligados a trabajar con ellos como peones pagándoles muy poco. En cambio, otros emigraron hacia las partes más recónditas de la sierra para protegerse y evadir el trabajo forzado en haciendas y minas.

Es ahí en lo más abrupto de la sierra donde se asentaron las misiones jesuitas que, sin mucha controversia, muchas veces sirvieron de refugio a los abusos cometidos contra los indígenas. La expulsión de la orden de los confines del Imperio español significó un retorno de los tarahumaras a la vida seminómada que llevaban. Por otra parte este acontecimiento les dejó completamente aislados en los altos de la Sierra. Eso les ayudó a conservar su cultura y a desarrollar un singular sincretismo religioso que todavía existe y es único en México por su mezcla de catolicismo y chamanismo.
En el año de 1856, mediante la ley de la desamortización de los bienes eclesiásticos, los mestizos de la zona ocuparon las tierras pertenecientes a los pueblos de misión habitadas por tarahumaras, quienes se vieron obligados a abandonarlas. Pero no sería hasta 1876 que se rebelarían, cuando fueron obligados a partir de las pocas tierras que les quedaban, pero esta vez serían respaldados por el gobierno del estado que abogó por ellos. Se registraron otros dos levantamientos: uno en Agua amarilla en 1895 y otro en Chinatú en 1898.


Sociedad

El inhóspito medio donde habitan los tarahumaras impone la existencia de familias pequeñas -sus parcelas difícilmente pueden mantener a más de cuatro o cinco miembros de la familia, en la que el “imberbe”, a los 14 años de edad, es considerado ya un adulto por el resto del grupo-. Así, el hogar tarahumara -la unidad más persistente y definida en su vida-, responde a las modalidades originales de su psicología y, al asegurar las bases económicas del matrimonio, cumple con una vital función social, impidiendo uniones permanentes entre tarados físicos o mentales, o entre faltos de carácter o de sentido de responsabilidad.

Estructura familiar

El padre utiliza un término diferente para referirse a su hijo (Nolá) y su hija (Malá), pero la madre emplea un mismo nombre para todos sus hijos (Dánala). Por su parte, aunque tanto los hijos como las hijas tienen un término diferente para designar al padre, ambos usan el mismo para la madre. (Bennett y Zing)

A los hijos nunca les regañan, y desde muy pequeños les dejan la responsabilidad del cuidado de algunos animales o tierras y sobre todo de decidir por ellos mismos.

La joven tarahumara nunca expone su cuerpo después de los 6 años de edad; aun casada, no se quita la ropa frente al marido e incluso hace el amor vestida. La reserva frente a las experiencias sexuales se rompe en las “tesgüinadas”, donde el joven puede entablar comunicación y contacto con la chica y es una forma aceptada de iniciación libre.

En la vejez, el tarahumara vive en una casa separada, a donde sus hijos le llevan presentes de comida y ropa; cuando muere, se le incinera en alguna cueva o en un cementerio (si es que está bautizado) y se hacen complicadas ceremonias para que su alma viaje sin tropiezo.

En la filosofía rarámuri es primordial el respeto a la persona, por lo que los visitantes o turistas deberán también ser respetuosos con ellos y sus tradiciones, como ellos lo son con toda la gente. Valoran más a las personas que a las cosas.

Los habitantes, mestizos e indígenas de la comunidad tarahumara conviven en un medio social que no favorece a los rarámuri, debido al despojo de casas y hogares amenazados. Esta situación adquiere dimensiones adicionales por la carencia de una adecuada infraestructura para los servicios de salud y educación, en la proliferación de enfermedades y desnutrición infantil, en las muy limitadas alternativas para fortalecer la economía doméstica, en la escasa disponibilidad de electricidad, agua potable, y vías de comunicación, que se agravan con frecuencia por el impacto de los caprichos del clima y las prolongadas sequías.

Sus chozas de troncos de árbol, trabadas horizontalmente, salpican las laderas de las montañas a los lados de los arroyos y en las altas mesetas. La parte superior se deja abierta en un lado para que salga el humo del fuego que constantemente arde en la pieza de piso de tierra aplanada. El techo es de tabletas o de troncos acanalados. En sus habitaciones, las mismas desde tiempos precolombinos, no se acostumbran las sillas, las mesas o las camas.

Estilo de vida Tarahumara
Perduran los utensilios de sus abuelos como metates, jícaras, molcajetes, vasijas de barro y bateas. Algunos duermen sobre tarimas o sobre un cuero de chivo en el suelo. No pocos viven en cuevas; las tapias de piedra los guarecen mejor de los vientos y de las lluvias e impiden la entrada a los animales. En las barrancas predominaba las construcciones de piedra y lodo por la escasez de madera. Los hogares, por familia, consisten de dos habitaciones generalmente pero a veces la cocina es también comedor, recamara y sala. La única puerta la abren en el centro del muro.

Generalmente, los tarahumaras tienen carencia de servicios de salubridad y por su mala alimentación los agobian las enfermedades, entre ellas: dispepsias, enteritis agudas, congestiones alcohólicas, cirrosis de hígado, pulmonía, tosferina, tuberculosis pulmonar y sarna.

Rasgos físicos
Generalmente, los tarahumaras son delgados, entre ellos son muy raros los tipos musculosos y muy altos. La mujer tiende a ser baja y más robusta. Los ojos generalmente tienden a ser oblicuos, pómulos salientes, orejas chicas, grande nariz y boca, labios casi gruesos; el cabello lo tienen negro, grueso y liso; lampiña y ancha la cara y escaso vello en el cuerpo; su piel es morena, gruesa y un poco reseca por las bajas temperaturas; pies regulares, algo largos sus brazos y sus piernas, como las características de los atletas y corredores de grandes distancias. Su estatura promedio es de 1.70 metros.


Indumentaria

En muchas comunidades el tarahumara ha adoptado la indumentaria occidental. Sin embargo, aun conserva la vestimenta tradicional, preferentemente, en el caso de los hombres, y siempre en las mujeres. Las blusas o camisas de colores brillantes, estampados, a veces floreados, son usadas por hombres y mujeres.

Las faldas son muy apreciadas por la mujer, quien viste muchas a la vez, una encima de otra, lo que le da esa apariencia de bellamente esponjada. Le sirve de adorno, de abrigo y, además, parece envolverla en mil colores. Los hombres visten un calzón de manta llamado Tagora. El ceñidor o cinturón lo usan por igual hombres y mujeres. Están tejidos con dibujos propios y los utilizan para sostener pantalones, zapatos y faldas.

El huarache rarámuri (akaka) es muy peculiar: tiene una suela ligera, y correas hasta el tobillo; actualmente utilizan llantas usadas para la suela de sus huaraches. Aunque también es muy común ver a mujeres y a niños descalzos.

La “Koyera”, cinta usada para mantener el pelo en su lugar, es la prenda más distintiva del pueblo tarahumara y la portan con orgullo hombres, mujeres y niños. En algunas comunidades el largo de las puntas da referencia sobre la condición económica del portador, cortas para cuando tienen poco dinero y largas para cuando su condición es holgada.

La cobija es una prenda muy importante que sirve para abrigo durante los días fríos y como cama en la noche. Generalmente, las tejen de la lana de sus propias ovejas y la aprecian mucho, de tal manera que sólo la intercambian o apuestan en ocasiones importantes.

Los guías espirituales los doctores son los owirúames. Aunque existen también los Sokoruames que se encargan de hacer el mal. Al hombre blanco o mestizo le denominan chabochi, al cual rehuyen argumentando que engaña, roba, acumula, despoja, invade sus tierras, es ventajoso, destruye el bosque, no comparte ni es justo, todos ellos grandes valores que los rarámuris llevan hasta sus últimas consecuencias.


Tradiciones y religión


Los tarahumaras son muy religiosos pero practican sus creencias al margen de iglesias. De acuerdo a reconocidos científicos como Richard Evans Schultes y Wade Davis este pueblo es digno de admiración, pues ha preservado muchas de sus costumbres, a pesar del dominio y la imposición de las iglesias europeas.
Se organizan en torno a los cantores (maynates) y rezadores, ancianos que ofician y conducen las ceremonias al ritmo de sus sonajas que hacen con bules y sus cantos guturales donde van narrando y describiendo la vida de los animales del monte como los lobos, coyotes, mulas y zopilotes.
Gran parte de las tradiciones actuales de los rarámuris son una apropiación de lo aprendido de los misioneros jesuitas durante los casi 150 años que convivieron en la época colonial. (Luis G. Verplancken)

Sus complejas celebraciones místico-religiosas están conformadas por danzas, tesgüinadas y ofrendas, en las que nunca falta la bebida tradicional de maíz llamada tesgüino. Para ellos la danza es una oración; con la danza imploran perdón, piden lluvia (para propiciarla se baila la danza de “dutuburi”), dan las gracias por ella y por la cosecha; danzando ayudan a "Repá betéame" (El que vive arriba), para que no pueda ser vencido por "Reré betéame" (El que vive abajo).

Puede afirmarse que el tarahumara ha conservado su vieja cultura con sorprendente tenacidad. Desde hace varios siglos emplean los mismos dibujos, los mismos símbolos en sus obras artísticas, en sus fajas, cerámica y cobijas. A sus muertos continúan dejándoles comida para el viaje sin retorno y les "ayudan" a subir al cielo mediante la celebración de tres o cuatro fiestas, según si el difunto es hombre o mujer. Aunque en muchos casos el significado de ritual ha desaparecido, éste ha demostrado gran vitalidad para subsistir.

Todos sus movimientos se han mantenido vivos, latentes y aun han influido en algunas ceremonias de la Iglesia católica. La existencia del patio para las ceremonias rituales, el humo, que es el incienso del tarahumara, el rocío de los cuatro puntos cardinales, y los cánticos ininteligibles se practican religiosamente, pero no pueden los tarahumaras darnos una explicación mitológica de todo esto.

El Chamán (sukurúame) emplea practicas ocultas para hacer el mal. y el Owiruame es el sanador bueno, en los días antiguos se transportaba de un lugar a otro en forma de ave, al llegar a su destino recuperaba su cuerpo, a veces viajaba junto con su familia).

El chamán es el guardián de las costumbres sociales de un pueblo. Sus obligaciones como especialista ritual y terapéutico le obligan a ser un defensor del orden tradicional. Su función es establecer un equilibrio entre el cuerpo y el cosmos. Algunos chamanes utilizan el peyote (híkuli) para sus curaciones, esta planta alucinógena tiene un uso restringido y sólo los chamanes saben la cantidad que se utilizará, así como su recolección y almacenamiento. Se usa como ungüento en la piel para sanar reumatismo, mordeduras de serpiente y otras dolencias. En ciertos lugares solo se usa el Jiculi para curar, y en otros la Bakanoa, son plantas sagradas que tienen asegurada su territorialidad. y los de un lugar no se atreven a mencionar la planta del otro lugar.


Uso ritual del peyote


Pueblo seri


Seri es el nombre de una etnia que vive en el estado mexicano de Sonora. La palabra que designa a este pueblo es de origen desconocido, pero sus miembros se denominan a si mismos comcaac [koŋˈkɑːk]; singular: cmiique [ˈkw̃ĩːkːɛ]). La mayoría de los miembros del grupo son hablantes fluidos de la lengua seri, cmiique iitom. Su territorio tradicional incluye las islas Tiburón y San Esteban.


El territorio de los seris, en el estado de Sonora, comprende un área aproximada de 211.000 ha al nivel del mar, y está integrado por una parte continental y por la isla Tiburón, que se encuentra en el Golfo de California, frente a la costa central del estado.


Los seris habitan principalmente en las poblaciones de El Desemboque (Haxöl Iihom, N 29° 30' 13", W 112° 23' 43"), municipio de Pitiquito, y Punta Chueca (Socaaix, N 29° 0' 54", W 112° 9' 42"), municipio de Hermosillo, en la costa de Sonora. Siguiendo los ciclos de pesca, la localización de algunos individuos o familiar puede variar, en los campos pesqueros distribuidos a lo largo de 100 km de litoral.


Infraestructura

A través de un camino de terracería al sur, la población de Punta Chueca se comunica con el poblado de Bahía de Kino. Hacia el norte, una carretera une a Desemboque con la ciudad de Puerto Libertad. Cada poblado tiene instalaciones escolares para estudiantes de nivel preescolar, primario, y secundario.


Antecedentes

En la época prehispánica, el territorio de los seris se expandía entre las cadenas montañosas, el desierto de Encinas y el Golfo de California. Al Sur, el territorio llegaba hasta el río Yaqui, al Norte hasta el desierto de Altar, al Este llegaba hasta Horcasitas y al Oeste llegaba a ocupar islas cercanas como Tiburón, San Esteban, Patos y Alcatraz. Al ser un pueblo nómada, los seris recorrían un área que corresponde a los catorce municipios actuales de Sonora. Se cree que en esa época, el pueblo seri estaba organizado en seis bandas, divididas a su vez en clanes.[2] De manera cotidiana, no existían las figuras de jefe de clan ni de banda, los cuales eran nombrados únicamente en épocas extraordinarias como la guerra, o tiempos difíciles de escasa recolección, caza y pesca. Sólo era nombrado para cumplir tal función el individuo más capacitado. El papel de la mujer seri era encargarse de la recolección que garantizaba el sustento diario.


Los grupos reconocidos por los seris eran:
  • xiica hai iic coii ('los que viven hacia el viento'), grupo 1 que habitaban una zona (al norte de los otros grupos), que colindaba al norte de Puerto Lobos hasta Punta Tepopa al sur y al este era delimitada por el río San Ignacio, se les conocía también como tepocas" y "salineros.
  • xiica xnaai iic coii ('los que viven hacia el sur'), grupo 2 que habitaba la costa desde Bahía de Kino hasta el cerro Tetakawi en Guaymas. Se les conocía como tastioteños.
  • Tahejöc comcaac ('gente de la isla Tiburón'), grupo 3 que habitaba las costas norte, oriental y occidental de la isla Tiburón y la costa continental frente a ella, se les conocía como seri o tiburones, al norte de donde estaban los xiica xnaai iic coii.
  • heeno comcaac ('gente del desierto'), grupo 4 que habitaba el valle central de la isla Tiburón.
  • xnaamotat ('los que vieneron del sur'), grupo 5 que habitaba una franja pequeña entre los xiica hai iic coii y los Tahejöc comcaac. Este grupo es posible que hayan sido los upanguayma eran guerreros y se abrieron paso hacia el norte.
  • xiica Hast ano coii ('los que viven en la isla San Esteban'), grupo 6 que habitaba la isla San Esteban –llamada también Coftéecöl– y la costa sur de la isla Tiburón.
También se menciona como hipótesis no comprobada los Hant Ihíini comcáac ('la gente seri de Baja California'), o Hast Quita quihíizitam ('los que nacieron en Hast Quita' en Baja California).


Los comcaac eran la antítesis de lo que buscaban los conquistadores españoles: su territorio no era fácilmente aprovechable, no tenían riquezas acumuladas, no producían lo suficiente para hacer redituable la conquista y no eran apropiados como mano de obra para cultivar y servir, ya que desconocían esas actividades. Por ello, los seris conservaron durante más tiempo que otros pueblos indígenas su autonomía y su cultura. Durante el periodo colonial, los contactos más estables se dieron entre los seris y los jesuitas, quienes intentaron concentrarlos en pueblos para evangelizarlos y enseñarles labores agrícolas. Ninguno de sus esfuerzos tuvo éxito y los comcaac siempre regresaron a la vida del desierto, por lo que fueron considerados como un grupo belicoso, dedicado al pillaje, robo y matanza del ganado de los blancos. Los españoles primero y los mexicanos más tarde, reaccionaron ante los comcaac con políticas de exterminio, lo que condujo al aniquilamiento casi total del grupo. Sin embargo, los seris nunca fueron formalmente conquistados y, menos aún, evangelizados y pacificados durante esa época. Poco a poco fueron confinados a una parte de su territorio, diezmados en su número y obligados a aceptar intercambios no siempre ventajosos con los colonizadores no indígenas.


La escasez de agua y animales para la caza, además de diversas enfermedades, fueron los factores predominantes para que los seris abandonaran su refugio en la isla Tiburón y volvieran a incursionar en tierras continentales, primero para ser contratados temporalmente por comerciantes de pescado y rancheros, después para establecerse definitivamente. Entre las causas externas que permitieron su retorno con éxito está principalmente la crisis de 1929, que provocó grandes migraciones de pobladores empobrecidos hacia ciudades y centros agrícolas del Norte y Noreste del país, lo que aumentó el consumo de pescado y otros productos marinos de menor precio que la carne de res. Desde ese momento, los seris empezaron a tener como elemento esencial de su economía el intercambio comercial y la utilización del dinero en sus operaciones de mercado. Con ello se inicia un periodo en el cual se suceden con mayor velocidad y profundidad los cambios en su estructura organizativa y cultural.
como posesión comunal la isla Tiburón, ya decretada en 1963 como zona de reserva ecológica.[]


Lengua

La lengua de los comcaac, cmiique iitom, es una lengua aislada, dado que no se ha mostrado con evidencia suficiente su relación genética a ninguna otra lengua.[]Actualmente la mayoría de la población es bilingüe a cierto nivel, aun


Salud


Es casi nulo el conocimiento que se tiene sobre la existencia de terapeutas y técnicas tradicionales entre los seris. Han poseído conocimientos sobre algunas plantas que utilizan (como la hierbabuena) para curar enfermedades.
Por otra parte, el proceso de sedentarización del grupo provocó cambios en su dieta y patrones de consumo, lo que ha generado diversos problemas de salud como diabetes. Ellos casi siempre se curan con plantas medicinales.


Vivienda


En los poblados, las casas son mayoritariamente de bloques de hormigón y techo de hormigón o amianto, aunque es posible todavía encontrar algunas viviendas de lámina de cartón. Por lo general constan de cocina, comedor, baño y uno o dos dormitorios. Este tipo de vivienda fue promovido y apoyado por el gobierno federal y estatal entre 1974 y 1984.

En los campos pesqueros todavía es posible encontrar casas tradicionales que son paravientos de hierbas acomodadas y otros materiales (tradicionalmente carapachos de caguama) encima de un armazón de ocotillo (Fouquieria splendens), doblados y amarrados, los cuales forman una especie de túnel. Sirven para una sola familia y son adecuados para una vida nómada. Este tipo de construcción se utiliza también en las fiestas tradicionales.


Artesanía

El trabajo artesanal consiste actualmente en el tallado en madera de palo fierro (Olneya tesota), el tejido de canastas de la planta haat (torote o sangrengrado, Jatropha cuneata)[5] y la elaboración de collares (principalmente de huesos y conchas). El tallado de palo fierro fue iniciado por José Astorga y empezó a evolucionar gracias las sugerencias de varios norteamericanos a quienes conocía.[6] En las últimas décadas los ingresos del trabajo con el palo fierro son cada vez menores por la competencia que hay de artistas no indígenas.

Las canastas se hacen principalmente en dos estilos: la corita, hasaj (que es la canasta más tradicional) y haat hanoohcö, que tiene forma de olla. La elaboración de las canastas es una actividad que se practica desde la época prehispánica. Su producción es muy laboriosa, ya que exige una gran inversión de tiempo que varía entre una semana, si es pequeña (20 cm), hasta uno o dos años si es muy grande (1.5 m), aunque nunca se dedica tiempo completo a la elaboración de estas obras de arte. Cuando se termina una de las canastas enormes, saptim o sapim, se hace una ceremonia especial. Las canastas más grandes ahora se encuentran en los museos.


Los collares, de variados y creativos diseños, se elaboran con caracoles, conchas, vértebras de víbora de cascabel y de pescado, semillas y, últimamente, también con chaquira. Es un trabajo artesanal que, al igual que los otros, ocupa un tiempo más o menos constante entre las mujeres.


Las muñecas seris han sido objetos famosos durante la historia. Demostrando una gran creatividad imaginativa, están realizadas sobre varios tipos de materiales, muchas veces sobre una base de hueso. Casi nunca tienen indicación de la cara o los ojos. Algunas de las muñecas actuales, más sofisticadas y generalmente hechas para turistas, tienen trajes completos del estilo que se considera vestimenta típica de la primera mitad del siglo XX. Para la mujer incluye una falda larga y una blusa con mangas largas y olanes.[]


Territorio y ecología

El territorio actual de los comcaac tiene una superficie total de 211.000 ha, de las cuales 91.000 fueron dotadas por la vía ejidal y 120.000 por vía de dotación comunal.[9] Por la extensión territorial con la que han sido dotados y por el poco número de miembros de la tribu, los seris, junto con los lacandones, pueden ser considerados como los indígenas con mayor posesión de tierras en el país. Sin embargo, en el caso de los seris, las difíciles condiciones ecológicas de su hábitat hacen muy difícil su aprovechamiento para la agricultura. De ahí que los seris nunca practicaran la agricultura en toda su historia.

En general, la superficie de su territorio es plana, salvo algunas elevaciones como la sierra Seri, en la costa, y la sierra Kunkaak, en la isla Tiburón con 1.218 msnm. Los suelos son por lo general poco profundos, en algunas partes hasta con un 80% de pedregosidad, y, aun cuando hay áreas con dunas, éstas son pobres en nitrógeno y materia orgánica. Por su textura, los suelos son de tipo francoarenoso y arenoso en los valles. Por sus características permeables no cuentan con ríos, lagos o corrientes importantes, salvo el río de San Ignacio que nace en la sierra cercana y muere cerca de Desemboque, pero que es temporal y de poco caudal. La isla Tiburón está provista de cinco aguajes que no son suficientes para sostener a la población seri total.


Organización social

A través de las relaciones de parentesco,[] los seris llegaron a establecer sistemas de ayuda recíproca y de distribución de recursos que aseguraban la supervivencia total del grupo. Destaca el mecanismo denominado quiimosim, el cual da derecho a todo miembro de la tribu a pedir parte de la comida que se consuma en cualquier parte de la comunidad sin necesidad de una invitación previa; o bien, el canoaa an hant cooit, derecho a pedir pescado para comer a cualquier panga que llega del mar. Además, mediante un sistema bastante complejo, se comparten los bienes entre las familias.


Con la integración formal de los comcaac a la vida nacional, se han visto obligados a nombrar una serie de autoridades tales como el consejo supremo, el comisariado ejidal, el consejo de bienes comunales y una sociedad cooperativa pesquera.



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